Interesantísimo artículo del sexólogo y doctor en psicología clínica José Luis García del cual extraigo los siguientes párrafos:
Es verdad que la pornografía tuvo en algún momento un cierto halo progresista, de lucha de la izquierda, como vimos en mi anterior columna de esta revista (La pornografia: de aquellos barros estos lodos) entendida como una respuesta provocadora a la moral victoriana dominante. Este punto ha sido descrito magistralmente por Naief Yehya, que nos decía que las revistas dejaron de leerse con una sola mano para pasar a los vídeos, las fotos galerías y el amor de pantallas.
Sin embargo, la pornografía ha ido evolucionando con los avances digitales y las TIC, facilitando su acceso, generalizando su consumo y enganchando a muchos espectadores -objetivo final de la poderosa industria pornográfica, no lo olvidemos- deseosos de fantasías irrealizables y, por tanto, creando adictos esclavizados por ellas, que se masturban compulsivamente. Hoy conocemos algunas de las consecuencias en el ámbito de la salud, debido a la reiteración de esa conducta, razón por la que hablo de generación de #niñosyniñaspornograficos[3].
Una conocida experta en el tema, Melinda Tankar, advierte que estos avances sin precedentes de la industria pornográfica están transformando la política sexual de la sociedad y de la vida íntima de las personas, promoviendo un porno misógino y hardcore y sexualizando a niños y niñas, mientras que algunas voces críticas contra la pornografía son descalificadas y tachadas de no guays, no modernas y defensoras de la moral tradicional.
Origen: Pornografía, ideología y feminismo (Iª parte): Un apunte histórico | Nueva Revolución
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