El 8 de agosto se celebra el día del orgasmo femenino gracias a… bueno, la verdad es que no está claro (ver Wikipedia). Pero da igual, es muy buena idea dedicar un día a hablar, informar y divulgar ciencia sobre algo que ha sido y es tabú en muchas sociedades.
En muchas fuentes veréis textos de este estilo:
Sinceramente, aunque el estrés sea malísimo, visto así tampoco parece tan importante. Irse a dar un paseo por el campo también rebaja el estrés y podría, según este razonamiento, disminuir el número de separaciones matrimoniales.
En otras fuentes veréis cosas del estilo:
Sin duda, conocer tu cuerpo y no sentirte una marioneta de tu pareja en el sexo también es importante para la autoestima de la mujer, no lo vamos a negar. Pero lo más importante, en realidad, nos lo suelen ocultar porque es una tragedia con magnitud planetaria que afecta a más de la mitad de la población. ¿Quieres saber por qué? Pues sigue leyendo un poquito más.
La falta de orgasmo femenino se conoce como anorgasmia femenina y no se limita a la antiguamente denominada frigidez, sino que va más alla:


¿Sería posible que tú estés confundiendo la excitación sexual con el orgasmo? Ningún hombre confundiría una cosa con otra ¿verdad? Todo esto está relacionado con la falta de autoconocimiento anatómico y fisiológico sexual femenino. El hecho de que una niña o adolescente se mire, se toque o experimente sensaciones con sus genitales es considerado «sucio», cuando no «enfermizo» o «depravado». En los chicos no es que esté bien visto, pero es lo «natural» ¿o no? Esto es lo que se denomina represión educativa de la sexualidad femenina y veremos que tiene efectos nefastos no solo sobre las mujeres, sino también sobre sus parejas y lo que es más importante, sus hijos.
Contrariamente a lo que se cree, la anorgasmia no solo no va decreciendo en las jóvenes sino que en los últimos estudios se observa un incremento alarmante. La causa principal es dejar la educación sexual en manos de la pornografía de internet y el romanticismo más rancio. Del 30% que se manejaba hace algunos años se ha pasado a más del 40%, eso si solo consideramos las mujeres en edad reproductiva. Según un artículo del BMC Women’s Health del 2018:
«La disfunción sexual femenina afecta al 41% de las mujeres en edad reproductiva de todo el mundo, lo que la convierte en un problema médico de alta prevalencia [1]. Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (5.ª edición, 2013), la disfunción sexual femenina comprende los siguientes trastornos: trastorno del interés/excitación sexual, trastorno orgásmico femenino y trastorno genitopélvico/dolor/penetración [2].»
(Traducción realizada con la versión gratuita del traductor http://www.DeepL.com/Translator)

Y estos datos sólo tienen en cuenta a las mujeres en edad fértil, es decir, no se ha estudiado en mujeres en el climaterio. Dado que tras la menopausia el descenso de las hormonas propicia cierto debilitamiento del deseo sexual y la excitación, el problema probablemente alcance a más de la mitad de las mujeres, causándoles a ellas un gran sufrimiento y al sistema sanitario una gran carga por razones que, como digo en el título, se ocultan de manera sistemática tanto por la clase médica como por los poderes públicos.
Aun os estaréis preguntando por qué es esto tan grave ¿Verdad? Si el orgasmo femenino tampoco es que sea tan relevante para la salud. Se han hecho muy pocos estudios sobre las funciones del clítoris y del orgasmo femenino justamente por su poca importancia… ¿No te suena raro? Si se han hecho pocos estudios ¿Cómo se sabe que tiene poca importancia?
Pues te puedes leer y releer como yo he hecho, esos antiguos estudios que apenas son más que especulaciones, sin datos científicos y la única razón es esta: «si puedes dejar embarazada a una mujer sin clítoris ni orgasmo, es porque no son necesarios». Evidentemente, esta «razonamiento» tan solo lo puede hacer un hombre cuya visión de la mujer se limita a: i) unos ovarios y ii) un útero andante iii) adornados con unas mamas generosas (disculpad mi acidez, no es un ataque contra todos los hombres, sólo contra los ignorantes con baja humanidad).
¿Por qué, entonces, las científicas hablamos de problema de salud pública mundial? ¿Qué nos han estado ocultando? ¿Qué información esquivan los poderes ostentados tradicionalmente por los hombres?
Lo primero que tenemos que saber es que es FALSO que la única función del clítoris y del orgasmo sea la de dar placer. Los hombres han considerado siempre que su orgasmo, su placer sexual, está plenamente justificado en la eyaculación. Sin eyaculación no hay fecundación ni descendencia, por lo tanto es un factor fundamental y necesario para la humanidad.
Sin embargo, el clítoris no parece ser imprescindible para la fertilidad femenina, y el orgasmo femenino les parecía vacuo, superfluo para la civilización, un lujo innecesario para la mujer que tan solo contribuye a hacerla sentir dueña de su propio cuerpo. Y ¿por qué no decirlo? dejar que una mujer elija al padre de sus hijos en función de su habilidad para estimular su clítoris y hacerle alcanzar el orgasmo es arriesgado y pone el ego masculino en un brete. Todo hombre tiene un pene que sabe insertar en la vagina de una mujer y eyacular en su interior pero ¿Cuántos hombres tienen la suficiente empatía, experiencia y habilidad para excitar el clítoris de una mujer hasta que alcance el orgasmo? ¡Ah! ¿Que no te habían dicho que la vagina no tiene la capacidad de generar un orgasmo en el coito? ¿Todavía piensas que el tamaño del pene tiene algo que ver con el placer femenino? ¡Ay, ay, ay!
Pues si nadie te lo había dicho, te informo yo. La vagina no tiene ningún punto G, ni de ninguna otra letra, capaz de desencadenar un orgasmo. Los sexólogos llevan décadas buscándolo hasta que ha habido suficientes mujeres científicas que han demostrado con datos fisiológicos, anatómicos y sexológicos que es el clítoris el que desencadena el orgasmo. Esta puede ser una de las causas por las que muchas mujeres confundan la excitación con el orgasmo, porque han creído que esa sensación agradable y estimulante que sentían durante la penetración lo era. Pero no, la mayoría de las mujeres necesitan estimulación manual directa en el clítoris, tu no eres rara.
«En un estudio de 300 mujeres estadounidenses casadas, más del 90% de ellas llegaron al orgasmo durante el coito, pero en el 95% de los casos el orgasmo sólo se alcanzó como resultado de una estimulación manual adicional del clítoris, ya fuera antes o después del coito (Fisher 1973 en Dixon 2009).»
Sexual selection and the origin of human mating systems. Dixon

Así, lees a profesionales de la sexología «consolar» a mujeres con cosas como que cada una siente el orgasmo de una manera, o que el placer es diferente para cada mujer. Eso no se lo dicen a los hombres. Un orgasmo es un fenómeno biológico inconfundible que acelera el corazón como una carrera de 100 metros lisos y genera espasmos que terminan con una sensación inconfundible de plenitud y agotamiento. El problema es que muchas mujeres jamás lo han sentido porque jamás han estimulado su clítoris (ni sus parejas tampoco). La penetración per se, el coito en sí, no es suficiente para llevar al orgasmo a una mujer si antes no se ha estimulado directamente el clítoris.
Esto tiene sus razones evolutivas, estudiadas poco y mal, en las que no vamos a entrar, pero que han hecho que el orgasmo femenino (o los orgasmos, porque somos multiorgásmicas a diferencia de los hombres), sin ser imprescindible para la fecundación, sea extremadamente relevante para la salud reproductiva y genito-urinaria femenina y la salud pública.
Entremos en materia. ¿Qué pasa cuando el clítoris se excita, entra en erección y genera un orgasmo (o varios)? Pues varias cosas muy importantes:
- Existe un aflujo de sangre que oxigena, alimenta y elimina los desechos metabólicos de los órganos pélvicos como el músculo pubococcígeo, el útero, los ovarios, la uretra, etc.
- La erección del clítoris cambia la anatomía de la vagina con dos consecuencias principales:
- Estrecha la parte inferior de la vagina, haciendo la penetración mucho más placentera tanto para él como para ella (no hace falta ninguna vaginoplastia)
- Cambia el ángulo del cérvix propiciando la capacitación del semen necesaria para su fertilidad
- Las contracciones del orgasmo tonifican y fortalecen el músculo pubococcígeo que constituye el sostén del suelo pélvico.
- Las hormonas liberadas por la excitación del clítoris y el orgasmo contribuyen a mejorar la salud mental.
Para ser un órgano inútil, desprovisto de funciones, parece que impacta sobre los sistemas cardiovascular, urinario y neuroendocrino de manera desproporcionada ¿No? Y ahora vayamos a cómo ignorar, ocultar o tapar todo esto tiene consecuencias dramáticas para más del 50% de la humanidad. Sigue leyendo un poquito más.
Como hemos visto, la mitad, o más, de las mujeres no tienen orgasmos de manera regular ¿Qué pasa cuando un órgano no se utiliza? Empecemos por la pubertad y la adolescencia ¿Qué pasa cuando el clítoris no se ejercita en el orgasmo mediante la masturbación? (Menos del 40% de las mujeres confiesa masturbarse).
- La zona pélvica se mantiene hipóxica y los desechos metabólicos no se eliminan, lo que desfavorece un desarrollo reproductivo-sexual saludable.
- El músculo pubococcígeo no se fortalece, dificultando la consecución del orgasmo en las relaciones sexuales al llegar a la madurez.
- Las mujeres adolescentes desconocen cómo se percibe un clítoris excitado y qué es un orgasmo y tendrán dificultades para reconocerlo en la madurez.
- La realización del coito sin excitación previa no solo resulta desagradable, sino frecuentemente doloroso, tanto para la mujer como para el hombre, llevando a problemas sexuales durante toda la edad adulta.
Y ahora veamos cómo, de algo estresante, desagradable y frustrante para las mujeres jóvenes y sus parejas, pasamos al riesgo para la salud y la vida de las mujeres adultas. Si una adolescente no ha aprendido a conocer su cuerpo, será muy complicado que enseñe a su pareja cómo excitarla. Así, o bien se engañará a sí misma, diciéndose que esa leve sensación agradable es un orgasmo, o bien fingirá uno para hacer sentir bien a su pareja. El negocio de la explotación sexual y la prostitución se basa en este engaño. Los «usuarios» de este sistema son incapaces de reconocer un orgasmo real.
La reciprocidad del placer es un factor crucial para la satisfacción sexual: él está contento, yo estoy contenta (aunque no siente nada). El caso es que la mitad de las mujeres adultas no llegan al orgasmo en sus relaciones sexuales durante décadas con las siguientes consecuencias en su salud:
- Hipoxia de la zona genito-urinaria y acumulación de desechos metabólicos.
- Atrofia del músculo puboccígeo y debilitamiento del suelo pélvico lo que causa:
- Dificultades en el parto y sufrimiento fetal, ya que el mismo músculo que genera las contracciones del orgasmo es necesario para la expulsión del feto. Así, como lo estás leyendo se pone en riesgo la salud del bebé y la parturienta.
- Sequedad y degeneración vaginal.
- Incontinencia urinaria.
- Prolapso de los órganos pélvicos en los casos más graves: literalmente se caen y se salen por la vagina
- Falta de autoestima, ansiedad y depresión.
¿Cuántas mujeres conoces con estos problemas? ¿Quizás tu madre, tu tía, tu propia pareja? Te habían contado que eran consecuencia de los embarazos y los partos ¿Verdad? Pero te habían ocultado que se podían prevenir mediante el mantenimiento de una sexualidad saludable con orgasmos regulares. ¿Y qué solución te dan? ¿La estimulación parcial y artificial mediante los ejercicios Kegel? Eso es como entrenar en la elíptica para correr la maratón. Afortunadamente, algunas valientes de la ginecología y la sexología se están atreviendo a prescribir el tratamiento adecuado: orgasmos terapéuticos. Si es con la participación de la pareja, genial, pero probablemente sea necesario recurrir a la fisioterapia… con vibradores y/o dildos (que también se puede hacer en pareja).
Para hablar de esto sirve este día del orgasmo femenino: denunciar que más de la mitad de la población sufre por un problema de salud pública de dimensiones colosales, con gastos sanitarios de millones de euros anuales.
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