La historia nos ayuda a entender cómo funcionan las cosas entre los seres humanos. Los siglos pasan y la tecnología avanza aunque los conflictos siguen teniendo los mismos orígenes y las mismas víctimas: las mujeres y los niños (ACNUR estima que el 80% de los refugiados afganos a día de hoy son mujeres con sus hijos).
Sin embargo, la historia también nos ayuda a conocer cuáles son las recetas que fallan una y otra vez. Si no funciona ¿por qué no probar algo nuevo? Si un ataque militar no es la mejor defensa contra la sinrazón ¿por qué no atacar el fanatismo con escuelas? Ahora incluso pueden ser en línea.
La «Guerra de Charlie Wilson» muestra cómo nuestras sociedades entienden la necesidad de invertir miles de millones en armas para vencer a los combatientes pero no la de escuelas para evitar que quieran matar. A pesar de que las escuelas son las que han hecho que el mundo desarrollado sea hoy lo que es.
Pozos de Pasión 
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