Ahora que acabamos de volver al mal llamado horario «de invierno» en la UE, es conveniente recordar algo poco popular: en España el horario «de verano» se adelanta en dos horas al horario solar. Podríamos pensar que disponiendo de luz artificial y horarios muy planificados, el ser humano se puede «habituar» fácilmente a un horario distante del solar. Sin embargo, el animal que vive dentro de nosotros y su cronobiología no está muy de acuerdo. Aunque nuestro despertador ya no es el amanecer, ni la hora de acostarse venga impuesta por la noche, nuestra biología sigue estando íntimamente ligada al horario solar. Podemos engañar a nuestro córtex consciente sobre qué hora es, pero no lo logramos con otros órganos y sistemas como el neuroendocrino que ya está bastante estresado con nuestros hábitos de vida actuales.
El caso es que numerosas asociaciones médicas demandan la eliminación del cambio de hora, pero más bien en el sentido de dejar el horario «de invierno» todo el año, es decir, el horario más cercano al solar con el que evolucionamos y al que estamos naturalmente adaptados.
¿El motivo? Pues que desde el punto de vista de la cronobiología y el sueño no hay pruebas que indiquen que mantener el cambio horario sea beneficioso para la salud, pero sí evidencias de lo contrario. De hecho, pasar al DST o Daylight Saving Time (el llamado horario de “verano”, UTC+2 o GMT+2 en el caso de la España peninsular) provoca cambios agudos tales como alteraciones del sueño y del rendimiento al volante, así como un mayor riesgo (aunque modesto) de sufrir episodios cardiovasculares.
Origen: ¡¿Cambio de hora otra vez?!
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