Una iniciación inadecuada en la sexualidad, basada en modelos sexistas y violentos, no solo puede arruinar la vida sexual de una persona, sino también su vida afectiva y su salud. Cuando las familias se ven desbordadas, solas y sin recursos para afrontar los embates de las grandes empresas de internet cuyo único objetivo es el lucro, sin respetar su responsabilidad ética, las administraciones deben proporcionarles las herramientas adecuadas. Sólo a través de actividades abiertas, diseñadas en conjunto por profesionales de la salud, familias y administraciones, podremos garantizar una sexualidad sana y satisfactoria para los adultos del futuro. No es cuestión solo de prevenir infecciones sexuales o embarazos no deseados (que también), sino de educar en una sexualidad respetuosa con uno mismo y los demás, donde los afectos sean reconocidos en su pleno valor.
El sexo no es solo sexo, y la violencia consentida es una falacia.
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