En mi serie de novelas solidarias Pozos de pasión encontrarás aventuras, emoción, valentía, lucha de sexos y erotismo a mansalva ¿Quién da más?
¡Qué vergüenza! Me pilló sonsacándole a Hassan sobre lo que había pasado con Natascha. La intriga ya me estaba mosqueando. Pero el capitán, además de estar para hacerle un monumento, tiene principios. Menudo chorreo que me echó por cotillear. Y, que conste, que, en el fondo, creo que tenía razón. Si una persona te quiere contar algo, lo hace, no tienes que ser una petarda e ir hablando a sus espaldas.
A pesar de ello, no pude dejar de pegar la oreja a los chascarrillos de sus hombres sobre él mientras me recuperaba del trago de ver mi primera infibulación. Según parece, valoraba sus principios morales por encima de la disciplina militar. Se buscó un lío gordo por denunciar abusos sexuales de algunos soldados franceses sobre niños en la República Centroafricana. Y confirmé una sospecha: el capitán era de familia bien, con influencia en las altas esferas.
El cabreo le duró todo el día, porque, encima, no encontraban nada donde pensaban perforar el pozo con el que dar agua potable a más de 5000 personas. Como ya os he dicho, yo soy muy pava (pero que «muy» pava), y cuando me corto, me da verborrea. Raro ¿verdad?
Me pasé la comida parloteando como un loro de la sobreexplotación para regadío de los pozos ilegales de La Mancha, de la bajada del nivel del freático, de los perjuicios al medio ambiente y patatín y patatán. Menuda cara me puso hasta que dije algo que le hizo saltar como un resorte y marcharse, dejándome a mí con la palabra en la boca y sin terminar de comer al pobre teniente.
Deja una respuesta