Hipoxia de MariaL Pardos
Mi puntuación: 4 of 5 stars
Trama de acción, elaborada y entretenida. La autora muestra una vez más su capacidad para documentarse y trasmitir, integrada en la trama de ficción, interesante información socio política. En este caso sobre la dinámica de las diferentes mafias, pandillas y redes de corrupción que manejan el tráfico de drogas en la costa este de los EEUU. Los personajes son atractivos y están construidos de manera coherente. Me atrajo este libro por el hecho de estar protagonizado por una joven bióloga, como el mío. Me ha encantado cómo ha captado la autora la precariedad y la falta de medios del trabajo científico. Aplaudía al verme reflejada en el sinsentido del inmenso papeleo y las trabas burocráticas a una labor que apenas ha sido salpicada por corruptelas más allá de pagar unos bocadillos con el dinero de la gasolina porque has hecho el trayecto a pie.
En cuanto a los puntos débiles de la obra, técnicamente no puedo señalar ninguno. El libro supera en calidad a muchos éxitos de ventas que he leído. Como reflexión sobre el fondo de los personajes, como he dicho, me ha encantado ver el referente feminista de una científica joven y de carácter que lidera un grupo de trabajo de manera solvente. Me han chocado algunos comportamientos poco inteligentes, incluso netamente infantiles, de la protagonista que determinan los giros de la trama y la sitúan en situaciones de riesgo de las que debe ser «salvada» por el protagonista y objeto romántico. Porque, aunque tengamos una protagonista femenina de fuerte carácter e independiente, mujer liberada y segura de sí misma, el protagonista masculino es un estereotipo romántico tradicional de manual, lleno de contradicciones: policía y ex militar, pero indisciplinado, violento, pero protector, mujeriego, pero respetuoso y sensible, guapo y atractivo, pero modesto, celoso, pero comprensivo. Y lo que pone la guinda, desempeña trabajos como el militar y el policial con pagas más bien pobres ¡pero le sobra el dinero! No voy a decir que sea inverosímil, pero ya me diréis cuántos ricos se prestan a vidas tan sufridas. No obstante, a pesar de todo, la autora sabe darle un empaque somero a esta incongruencia en sus relaciones familiares.
La lectura me ha resultado tan agradable y amena que voy a seguir con esta serie de Hipoxia, pero no puedo dejar de señalar lo dañino de utilizar estos símbolos del romanticismo femenino tan profundamente perniciosos. Es a este arquetipo de «hombres romanticamente perfectos» al que me refiero en mi novela «Romanticismo y otras coacciones» de la serie Pozos de pasión. En nuestra adolescencia aprendemos a sentirnos atraídas sexualmente por estos arquetipos imposibles con doble cara amable-violenta, pensando que al enamorarse de nosotras siempre nos ofrecerán la cara dulce, mientras que sólo sacarán los dientes para defendernos de nuestros agresores, y de nuestros propios errores. La realidad es que los hombres atractivos pocas veces son modestos, los mujeriegos no son ni sensibles, ni respetuosos, los celosos no son comprensivos y los violentos no suelen ser justos ni amables, más al contrario, terminan descargando sus frustraciones sobre sus enamoradas y cegadas parejas a golpes. Ya es hora de que la literatura romántica sea consciente de su poder y dibuje a hombres que merezcan ser símbolos románticos, dignos de enamoramientos.
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