¿Qué debería tener una película porno para que nos gustara a las mujeres? Porque… sí, el sexo sí que nos gusta. Y mucho

En mi anterior entrada hacía un pequeño análisis de ¿Por qué a las mujeres no nos gusta el porno? y ahora me gustaría aclarar que el hecho de que no nos guste el porno que está colgado de Inernet, no quiere decir que no nos guste el sexo. Ni tampoco que no nos gustaría ver cine con contenidos sexuales explícitos. Menudo filón sin explotar tiene la empresa cinematográfica ahí.

A las mujeres también nos apetece, de vez en cuando, disfrutar de alguna escenita un poco subida de tono ¿Para qué negarlo? Las mujeres somos, desde hace muchos siglos consumidoras de cuentos y novelas romántico-eróticas. No sé si os suenan de vuestras clases de literatura libros como Las mil y una noches o el Decamerón. Quizás incluso las habéis leído… ¿Que os parecieron simples cuentos para niños? Sí, bueno, puede ser, muchas ediciones eran «adecentadas» para transformarlas en lecturas infantiles. Pero os aseguro que si dais con las versiones originales son para muy adultos, pero que MUY adultos.

Desde el nacimiento de la cinematografía estas obras han sido trasladadas al cine o series de televisión con gran éxito entre el público femenino. Pensemos en 50 Sombras de Gray o Outlander, entre las más recientes. Las obras literarias narran hasta el detalle más íntimo y contienen sexo totalmente explícito hasta niveles que el cine, de hecho, no puede reflejar. Actualmente la literatura romántico-erótica es uno de los géneros literarios más rentables del mundo editorial cuyas lectoras son, en más de un 90%, mujeres.

Esto quiere decir que a las mujeres también nos atrae el sexo. Nos gusta recrear en nuestras cabezas situaciones eróticas al igual que a los hombres. Para masturbarnos (sí, las mujeres también lo hacemos y es estupendo para nuestra salud urogenital), o por simple curiosidad humana. Tenemos curiosidad por saber cómo viven y experimentan las demás personas el sexo porque la mayoría tenemos una visión muy reducida de esta dimensión vital. La educación sexual es prácticamente inexistente y no es un tema del que hablar con padres o hermanos mayores. Y nuestros amigos saben lo mismo que nosotros y no nos merecen gran confianza ¿Nos lo vamos a creer porque sí? La literatura erótica y la pornografía cubren ese enorme agujero de conocimiento en la mente humana.

Por otro lado, la lectura o visionado de las relaciones sexuales de otros estimulan en nosotros sensaciones similares y son utilizadas para «alegrar» las relaciones de pareja o estimular la masturbación. Es una práctica muy normal entre personas con una sexualidad sana que incluso pueden llegar a recomendar los terapeutas sexuales (lo sé de muy buena tinta).

Si a las mujeres nos gusta tanto la literatura y el cine erótico ¿Por qué no nos gusta el porno? Como explicaba en mi anterior artículo, no puedo más que dar mi opinión sobre el tema. Pero voy a intentar hacerlo aportando argumentos lo más objetivos posible, de manera que más que una opinión, lo que pretendo dar es un análisis. Empecemos ¿Qué tiene el género erótico que no tiene el porno?

Contextualización, humanización de los personajes

A las mujeres nos gusta conocer a los personajes más allá de su aspecto físico. Además de si son altos o bajos, guapos o feos, nos interesan rasgos de su personalidad. Si tienen manías o si son amables, si son extrovertidos o si son misteriosos. Todos esos detalles son los que convierten a un tío más en un hombre atractivo, a una mujer cualquiera en una protagonista. Las películas porno antiguas se molestaban en hacer una mínima presentación del ideal erótico masculino. En los actuales vídeos porno ¡Ni se ve al supuesto Adonis! Si acaso, se ve su pene. Y eso, pues, en fin…

Seducción o cortejo

El atractivo de una persona no solo reside en su aspecto físico. Su personalidad y la forma en la que interacciona con los demás es parte fundamental de su atractivo sexual. La fase de seducción es crítica para despertar el deseo sexual en una mujer. Ya puede ser un adefesio, que si nos aborda de la manera adecuada (nos corteja) nos seducirá y levantará en nosotras un deseo brutal. Muchas mujeres ansiamos encontrar esa pareja que te excita sin ponerte una mano encima, que te vuelve loca de deseo simplemente con mirarte de manera interesante y hablarte con voz sedosa. En los vídeos porno actuales… pues que no.

Emoción y tensión sexual

No me voy a enrollar mucho aquí. A las mujeres el «aquí te pillo, aquí te mato» nos pone la libido a la temperatura de una horchata valenciana. Así de áspero como suena. Nos excita sobremanera que la persona que despierta nuestro deseo sexual se encuentre con algún obstáculo que deba superar. Si la atracción que siente por nosotras hace que supere ese obstáculo… ¡Uff! Cómo nos sube la temperatura. Eso no quiere decir que no tengamos, digamos… calentones que no se puedan resolver en 5 minutos de reloj (y en menos). Pero eso exige que la tensión sexual previa y la emoción del encuentro hayan sido altas.

¿Qué decir de la tensión sexual en los vídeos porno? Se limita a que una tía ya desnuda mire a un tío ya desnudo y en plena erección. Rectifico, ella a veces lleva lencería incomodísima que no tapa nada.

Consentimiento

Una cosa es un beso robado con ingenio y otra que nos metan mano sin nuestro permiso. Lo primero entra dentro de la categoría de seducción, es acceder a hacer algo porque te lo pide el cuerpo aunque vaya en contra de tus planes.

A ver, esto es muy importante que lo explique porque hay el mito mal entendido por los hombres de que las mujeres decimos no cuando queremos decir sí. Cuando una mujer dice NO, es NO. Y si no dice, ni hace nada, también es NO. Nos os hagáis la… bueno, eso, un lío.

A las mujeres nos educan en la prudencia y la sensatez a costa de nuestros propios deseos e inclinaciones (técnicamente nos reprimen). Encontrar una pareja cuya atracción reviente esas rigideces de la educación sexista y el rol de género es uno de los mayores deseos secretos de las mujeres. Queremos consentir a tener relaciones sexuales porque nuestra pareja nos ha seducido y nos ha excitado a límites que rebasan nuestras inhibiciones sociales. No queremos que nos fuercen, ni nos engañen, ni nos coaccionen. El porno en esto nos da miedo porque transmite a hombres incautos e incultos un mensaje perverso: las mujeres sienten placer al ser dominadas. Los convierte en maltratadores inconscientes, en violadores convencidos de que son donjuanes.

Sensualidad

El cuerpo humano tiene millones de terminaciones nerviosas sensoriales que perciben mínimos cambios en la temperatura, en la presión, en la intensidad de la luz y en los sonidos circundantes. Durante las relaciones sexuales a las mujeres nos gusta disfrutar de absolutamente todos esos sentidos. Una música romántica, una luz tenue y sofisticada y una temperatura ambiental adecuada son tan parte del placer sexual como el contacto físico con una pareja. Simplemente, sentir la mano de la persona que despierta nuestro deseo rozando nuestra cadera, nos puede excitar sobremanera. Un beso en la nuca o en el cuello pueden llevarnos al borde de un orgasmo.

Así que, en nuestros deseos más íntimos, deseamos que nuestra pareja sexual nos haga disfrutar de todos esos puntos no formalmente erógenos ANTES de llegar a los que sí lo son. En esto creo que los hombres son exactamente iguales, aunque ellos no lo sepan: tienen terminaciones sensoriales en otras partes del cuerpo además del pene ¡Ya verás cuando los del porno se enteren!

Y otra cosa muy importante, aunque no os lo creáis, sí, es verdad: a las mujeres nos gusta acariciar a los hombres, no solo sentir sus caricias. Sentir su piel con la nuestra, nuestros labios contra los suyos o contra otras partes de su anatomía. Sí, también, lamer, besar o saborear su pene, también. Bloquear nuestras vías respiratorias con él, NO. Eso entra dentro de la categoría perversa de masoquismo. Excitarse viendo cómo una mujer se atraganta porque un pene le ha llegado hasta la glotis es sadismo, no virilidad. Que os quede claro.

Empatía y ternura

Otro de los rasgos del deseo de las mujeres es que puede despertarse, y frecuentemente lo hace, al detectar alguna flaqueza o debilidad en esa persona que nos gusta. Saber que le gustan los niños o que aún sigue triste por la muerte de su abuela despiertan unos sentimientos eróticos difíciles de contrarrestar por la represión. Probablemente porque entran en conflicto frontal con las virtudes que nos inculcan.

Si esa persona que nos gusta por su confianza en sí misma y su asertividad muestra con nosotras ternura, nos deshará como chocolate fundido. Queremos que durante las relaciones sexuales la sensualidad y la ternura se confabulen para llevarnos al nirvana de un orgasmo compartido. Porque al igual que los hombres, nuestro ego nos reclama ser responsables de lograr el placer máximo en el otro.

El problema de las pelis porno es que a las actrices no se les pide que actúen como lo haría una mujer, sino que fijan burda y artificialmente orgasmos eternos imposibles. Y, en cambio, los actores masculinos no transmiten ni una «miaja» de placer sensual, y mucho menos de ternura ¡Si sus manos ni tocan a las actrices más allá de golpes en el trasero y estrujamientos de mama! ¿Cómo va a excitarse una mujer que no ve disfrutar a su contraparte en un acto sexual?

Transcendencia y respeto

Y, en cuanto al chiste ese de que las mujeres vemos las pelis porno hasta el final para saber si los protagonistas se casan… pues es totalmente falso. Las mujeres podemos desvincular sexo placentero de relación estable tanto como los hombres. Afortunadamente, nos vamos liberando de las formas más crueles de la represión que nos hacían creer que una mujer a la que le gusta el sexo por el sexo es una aberración de la naturaleza que, irremediablemente, irá al infierno. Ahora estamos en la fase en la que sabemos que nuestro deseo es natural e incluso saludable, y que no iremos al infierno… al menos al de la Biblia. Porque el infierno al que sí tememos es al de la humillación y rechazo social. Mientras que no se entere mucha gente, las canitas al aire van bien. Aún nos queda mucho para conseguir nuestra libertad sexual.

Pero vuelvo a centrarme, que me despisto ¿Qué nos gustaría ver en una película? Pues también tiene que ver con nuestro ego. Como a los hombres, nos gustaría pensar que nuestra pareja ha quedado marcada por la fuerza, profundidad y excelencia de las sensaciones y sentimientos que ha sentido durante el sexo con nosotras. No voy a decir que se ha enamorado, pero sí que la otra persona ha quedado tan impresionada y complacida que buscará repetir. Y no sólo a nivel estrictamente sexual, sino intelectual. Nos encantaría sentirnos admiradas por nuestra pareja o, como mínimo, respetadas.

El respeto como ser humano tiene distintos niveles y en las pelis porno los transgreden todos. Durante una relación nos puede encantar realizar diferentes prácticas más o menos sofisticadas pero en todo momento necesitamos que nuestra pareja muestre respeto por nuestros gustos, necesidades y problemas. En primer lugar, NO nos gusta que nos llamen viciosas, ni zorras, ni putas porque disfrutemos con el sexo. Es insultante, humillante e intimidante.

Además, necesitamos que nuestra pareja se preocupe por nuestra salud reproductiva y sexual tanto como por nuestro placer. Porque aquí es donde las mujeres tenemos condicionamientos biológicos más complejos que los hombres. Si nos quedamos embarazadas la responsabilidad es compartida, el bebé llevará genes de los dos. Pero, sin duda, los riesgos y perjuicios del embarazo, el parto, el puerperio y la lactancia nos afectan exclusivamente a nosotras. Es injusto e inmoral que nuestra pareja se desentienda de eso. Y por la anatomía de nuestra vagina, también tenemos más riesgo de que un hombre nos contagie una enfermedad de transmisión sexual (ETS) a nosotras, que nosotras a ellos.

Un embarazo no deseado o una ETS desbaratan literalmente la vida de una mujer a todos los niveles y somos muy conscientes de ello antes, durante y después del sexo. Este es uno de los principales inhibidores de la libido, os lo digo yo. Por eso nuestra fantasía erótica es que nuestra pareja se preocupe tanto o más que nosotras por prevenir lo que, subjetivamente, sería una debacle. Que el protagonista de nuestra fantasía use condón sin que se lo tengamos que pedir… Que muestre respeto por nuestra planificación vital y nuestra salud ¡Uff! Eso sí que es lo más de lo más ¡Se preocupa por nosotras como persona! ¡No solo somos un cuerpo bonito! Menudo subidón para el ego y la libido.

¿Y en el porno? ¿Qué relevancia se da a nuestra salud? NINGUNA. Lo que nos convierte en meros objetos animados. No solamente ahora no se ve ni el envase de un condón, sino que se pasa de la penetración anal a la vaginal sin ningún tipo de higiene. Asqueroso y peligroso.

Yo creo que, básicamente, he contado todo lo que debería tener el porno para que nos gustase a las mujeres. Algunos dicen que entonces ya no sería porno, sería cine erótico, que es mucho más fino. No sé. Yo creo que todo depende de lo explícitas que sean las escenas y las imágenes. Llevar literalmente un libro romántico femenino de los actuales al cine generaría, sin duda, una película pornográfica que no podría mostrarse en los cines comunes (chicos, leeros alguno). No lo quisieron hacer con 50 Sombras de Grey para… ¿llegar a más público? Tendría que ver datos, pero estoy segura de que la versión pornográfica literal del libro sería también muy popular.

En mis próximos artículos ya pasaré a hacer una descripción y un análisis de los géneros del porno que me han recomendado como «sensibles» con los gustos femeninos por un aficionado: Girlcum, Vixen, Female orgasm y Tushy. A ver si los puedo publicar pronto.

En mi serie de novelas solidarias Pozos de pasión encontrarás aventuras, emoción, valentía, lucha de sexos y erotismo a mansalva ¿Quién da más?

4 respuestas a “¿Qué debería tener una película porno para que nos gustara a las mujeres? Porque… sí, el sexo sí que nos gusta. Y mucho

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