¿Estamos las mujeres dominadas por las pasiones carnales?

El otro día, cuando una amiga y colaboradora me comentó que que las oscilaciones hormonales del ciclo ovárico/menstrual necesariamente tenían que influir en el estado de ánimo de las mujeres, se me vino a la cabeza la excepcionalidad de los humanos, y nuestros parientes animales más cercanos, los chimpancés y los bonobos, a este respecto.

Bonobo, Pan Paniscus, Wikipedia

Estoy de acuerdo en que en ciertos puntos del ciclo, especialmente en la menstruación, nuestros cuerpos pueden afectar de manera importante al estado de ánimo. Especialmente si hay dolor, como cuento en mi segunda novela Romanticismo y otras coacciones. Pero creo que esto es ocasional en la mayoría de las mujeres. En mi opinión, nuestro estado de ánimo está más dominado por el estrés, el cansancio, el apoyo familiar o el entorno laboral, que por nuestra biología reproductiva, incluso durante el embarazo y la maternidad. De manera análoga al caso de los hombres, cuyo estado de ánimo también varía y cambia bruscamente, como sabemos todas las que hemos convivido con padres, hermanos o parejas.

Portada del famoso libro de Robert Louis Stevenson

Mi argumento biológico es el hecho de que en las hembras de ciertos primates (y algún que otro animal puntual) la ovulación está oculta. Eso quiere decir que no hay signos externos reconocibles por otros individuos, de que una hembra sea fértil: ni físicos, ni comportamentales. Las hembras de chimpancés y bonobos, al igual que las mujeres, no presentan cambios relevantes ni físicos, ni en el estado de ánimo, ni en la receptividad sexual a lo largo del ciclo. Aunque sí que es verdad que pueden presentar un periodo de «hinchamiento» de los órganos sexuales pero que no está relacionado directamente con la ovulación. Es por eso que se dice que las hembras de estas especies tenemos una sexualidad extendida. De hecho, los estudios sexológicos demuestran que apenas hay cambios en la actividad sexual de las mujeres a lo largo del ciclo, a excepción de la menstruación, y esto se puede achacar más a prejuicios culturales e higiénicos que fisiológicos. Y los incrementos de esta actividad sexual durante la ovulación son apenas perceptibles en términos cuantitativos.

La explicación etológica que cuenta con más apoyo en chimpancés y bonobos es la de la ocultación de la paternidad, por un lado, y el mantenimiento de las interacciones sociales más allá de la reproducción, por otro. La monogamia y la restricción de las relaciones sexuales femeninas en los humanos, evidentemente, desbaratan este mecanismo. Lo cual no es improbable que esté en la base de mucha violencia de género.

Los humanos, más próximos a la tolerancia de los bonobos que a la belicosidad de los chimpancés. El País. Javier Salas, 20 de Junio 2022

No voy a negar que los estudios en humanos demuestran que la actividad sexual de las mujeres sufre cambios a lo largo del ciclo y que hay ciertos picos que coinciden con ciertos puntos del ciclo. Pero su relevancia fisiológica es tan leve que no parece tener consecuencias biológicas en nuestro desempeño del día a día.

En fin, te comento todo esto porque me parece injusto la etiqueta de «volubles» que nos cuelgan a las mujeres para apartarnos de ocupaciones de alta responsabilidad o para acusarnos de inconstantes en las relaciones personales o de pareja. Hay más evidencias de que nuestra supuesta variabilidad emocional venga determinada por la presión social que nos obliga a una existencia tan llena de contradicciones que nos conduce frecuentemente a la neurosis. De hecho, los recientes estudios de salud con perspectiva de género justamente apuntan a esto: las mujeres no tenemos mayores tasas de enfermedades mentales o suicidios por cuestiones biológicas asociadas a nuestro sexo y nuestras hormonas, sino por cuestiones sociales. De hecho, yo diría que somos más constantes y pertinaces que los hombres a pesar de nuestros «vaivenes fisiológicos y anatómicos». Una madre será pertinaz hasta el agotamiento para cubrir las necesidades de sus hijos, mientras que el abandono y la negligencia por parte del los padres es, en términos demográficos, incluso frecuente.

¡Vaya rollo que te he soltado 😅! Pero bueno, que yo creo que, por mucho que nuestras hormonas sean un festival, nuestro cerebro sigue siendo netamente racional en cualquier etapa del ciclo.

En mi serie de novelas solidarias Pozos de pasión encontrarás aventuras, emoción, valentía, lucha de sexos y erotismo a mansalva ¿Quién da más?

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