Una de las grandes carencias de nuestra educación sexual y reproductiva está en el desconocimiento de las consecuencias de la menopausia. Muchas mujeres en esta edad crítica nos preguntamos ¿Cómo me sentiré ahora? ¿Será una etapa tan molesta como dicen? ¿Sólo es cuestión de unos sofocos que tomarse con paciencia o es algo más? ¿Será verdad que los tratamientos hormonales son peligrosos?
Cuando yo le pedí a mi gine que me informara sobre lo que me esperaba me preguntó ¿tienes alguna pregunta concreta? Y me quedé callada porque, si no sé lo que me espera ¿qué concreción puedo tener al preguntar? Finalmente consulté sobre la terapia de suplementación hormonal, se limitó a responder que ya se vería si era necesaria y me despidió muy educadamente.
Este breve artículo, del que he extractado unos párrafos, me ha proporcionado mucha más información que seguro te va a interesar. Si tienes cuarenta o cincuenta y tantos, te sientes cansada, duermes mal y te cuesta pensar con claridad, quizás no sea culpa solamente de la edad y tenga una fácil solución…
Lo que hace que no todas las mujeres que rondan la menopausia sufran de niebla mental -un término que comenzó a utilizar el médico británico Edward Tilt a mediados del siglo XIX para referirse a la nube que envolvía el cerebro de las mujeres menopáusicas victorianas que no recordaban dónde habían dejado el monedero o cómo regresar a la casa- es que existen niveles muy diferentes de sensibilidad a los estrógenos. “Pero no es solamente el estrógeno lo importante. Hay que considerar también otros factores, como los problemas del sueño“, afirma Rebecca Thurston, profesora de Psiquiatría de la Universidad de Pittsburgh. “Hasta un 60% de mujeres durante la transición hacia la menopausia reportan problemas con el sueño, y esto está asociado a la memoria y al funcionamiento y estructura del cerebro“, indica la investigadora.
La falta de sueño interfiere con los circuitos de la memoria, así como también lo hacen los bochornos o sofocos (el calor intenso que surge repentinamente sobre todo en la cara, el cuello y el pecho, y que puede enrojecer la piel y provocar una sudoración profusa), que en casos extremos pueden prolongarse hasta los 60 o 70 años. Además de tener un impacto profundo en el sueño (algunas mujeres reportan que no solo se despiertan en mitad de la noche por los sofocones, sino que tienen que cambiarse de ropa debido a la la transpiración) son en sí un problema.
“Solíamos pensar que los sofocos eran síntomas benignos que las mujeres tenían que sufrir, pero ahora vemos que están asociados al riesgo cardiovascular, y que son marcadores de enfermedad cerebral de vasos pequeños, de menor eficiencia conectiva entre (las dos partes del) hipocampo, y cambios en la memoria”, señala Thurston. Los cambios en el estado de ánimo, la ansiedad y la depresión, que aumentan durante la perimenopausia, también hacen mella en la memoria.
Origen: ¿Qué es la niebla mental en la menopausia? | Adamed Mujer
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